EL GOBIERNO QUE NOS MERECEMOS
“…, te
ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude;
intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los
reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida
pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la
dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador,…”
1
Timoteo 2:1-4 (NTV)
Durante mucho tiempo como
cristianos hemos sostenido la idea de que no nos corresponde involucrarnos en
política. Que somos ministros de Dios y no de los hombres y que nuestra
ciudadanía está en los cielos. Que solo se nos pide orar por “quienes están en
eminencia” y no preocuparnos por el asunto. Esto es cierto en cuanto a la
participación activa, la militancia partidaria, pero no en cuanto a nuestra
responsabilidad con nuestro país.
Por lo tanto como
cristianos no estamos llamados a hacer política partidaria, pero sí a hacer
política civil, al involucrarnos con nuestras decisiones y opiniones en las
actividades que hacen al bien común de la sociedad. De acuerdo a esta
definición, también el Evangelio es una forma de hacer política, al procurar la
prosperidad espiritual de las personas, tanto creyentes o no creyentes en
Cristo.
La Biblia se involucra en
la política al darnos instrucciones de cuál debe ser nuestro comportamiento, no
sólo dentro de la iglesia y con la familia, sino dentro y con la sociedad en
que vivimos:
“Por
amor al Señor, sométanse a toda autoridad humana, ya sea al rey como jefe de
Estado o a los funcionarios que él ha nombrado. Pues a ellos el rey los ha
mandado a que castiguen a aquellos que hacen el mal y a que honren a los que
hacen el bien.”
“La
voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente
ignorante que los acusa sin fundamento alguno. Pues ustedes son libres,
pero a la vez, son esclavos de Dios, así que no usen su libertad como una
excusa para hacer el mal. Respeten a todos y amen a la familia de
creyentes. Teman a Dios y respeten al rey.”
1ª
Pedro 2:13-17 (NTV)
Como cristianos también estamos
obligados por la Palabra de Dios a respetar y sujetarnos ante aquellos que nos
gobiernan, eso mismo nos hace responsables de quienes son estos, ya que a
través de nuestra participación en las urnas ellos acceden a los cargos.
“Toda
persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad
proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados
por Dios. Por lo tanto, cualquiera que se rebele contra la autoridad se
rebela contra lo que Dios ha instituido, y será castigado. […] Por eso tienes
que someterte a ellas, no solo para evitar el castigo, sino para mantener tu
conciencia limpia.”
Romanos
13:1-2,5 (NTV)
En este punto es donde
debemos tomar conciencia que no alcanza con orar por ellos; tenemos el deber de
examinar a quien le entregamos nuestra confianza y el destino de los próximos
años de la vida social, política, moral y económica en nuestra Nación. Alguien
dijo alguna vez: “tenemos el gobierno que nos merecemos” y esto es totalmente
cierto, ya que somos nosotros quienes los ponemos en ese lugar. Cada vez que
emito mi voto, estoy dándole a esa persona el derecho a actuar en mi nombre y
representación. El Presidente, Gobernador e Intendente usará los principios y
moral que yo puse en sus manos y mucho más aún, los legisladores, nacionales,
provinciales y comunales.
Me han preguntado en los
últimos días ¿A quién votar? ¿Cómo elegir? ¿Cuál es la regla? Se me ha pedido
incluso que exponga “mi candidato”; pero mi único candidato será el que más se
acerque o en su defecto, menos se aleje de las Normas y Principios Bíblicos.
Todas nuestras acciones
están regidas y pesadas en la Palabra de Dios. Ella misma nos advierte:
“Y ahora, mis amados hermanos, les pido algo más. Tengan
cuidado con los que causan divisiones y trastornan la fe de los creyentes al
enseñar cosas que van en contra de las que a ustedes se les enseñaron.
Manténganse lejos de ellos. Tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor; sirven a
sus propios intereses. Con palabras suaves y halagos, engañan a la gente
inocente; pero todos saben que ustedes son obedientes al Señor. Eso
me llena de alegría. Quiero que sean sabios para hacer lo que está bien y sigan
siendo inocentes en cuanto a toda clase de mal.”
Romanos
16:17-19 (NTV)
Al momento de elegir debemos
poner en primer lugar los principios de la Palabra de Dios y no nuestros gustos
o filiaciones partidarias. Los partidos políticos responden a estructuras
administrativas, los hombres responden a los partidos, nosotros respondemos a
Dios.
¿Cómo elegir? Examine a
los candidatos y seleccione entre ellos:
- Quienes respeten los principios
Bíblicos
- Quienes no los violen abiertamente
- Quienes hayan sido eficientes en sus
puestos públicos
- Quienes tengan una vida cuya
trayectoria hable bien de su persona.
No podemos aceptar y
apoyar a quienes, entre otras cosas:
- Aprueben el aborto.
- Apoyen la diversidad de género como
opción.
- Apoyen el matrimonio igualitario con
las mismas condiciones que el matrimonio heterosexual.
- Apoyen o dicten leyes que contribuyan
con el descrédito y la destrucción de la Familia, célula fundacional de la
Sociedad.
- Apoyen la despenalización de las
drogas.
- Mantengan Derechos Civiles a quienes
con sus actos los han rechazado.
Quien sea el que gane
merece nuestro respeto. A quien sea que gane deberemos obedecer.
Recuerde que la Biblia
nos exhorta a poner al otro en primer lugar antes que a nosotros mismos y que
es mejor dar que recibir. Por lo tanto, no elija según la conveniencia
personal, sino el bienestar general.
A la hora de votar, no sea de Izquierda, Derecha o Liberal; no vote como Peronista, Comunista o Radical. A la hora de votar... sea cristiano
Pidamos a Dios sabiduría.
Votemos a conciencia
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